La broca fue el primer tenedor en España 

Enric Ribera Gabandé 

Antes, mucho antes de la aparición del tenedor en nuestro país, la broca, con dos puntas, fue ya difundida en el siglo XIV y se le daba la misma función que tiene el actual tenedor. Más tarde, los tenedores fueron, paulatinamente, de tres y cuatro dientes. 

En Francia, al tenedor lo intentaron introducir varias veces, sin éxito. En Italia, a inicios del siglo XVII, el viajero Thomas Coryate escribió en su diario que los “italianos se sirven siempre de un pequeño instrumento para comer y tocar la carne”. Prosigue, “la persona que en Italia toca la carne con los dedos ofende las reglas de la buena educación y es mirada con sospecha y criticada. Se come así en toda Italia. Los tenedores son de hierro o acero, y los nobles usan muy a menudo tenedores de plata”. El uso del tenedor era práctica corriente en Italia a finales del siglo XIV, incluso en las tabernas para degustar la pasta. 

A pesar de que en el Imperio Romano existían utensilios muy parecidos, el tenedor emerger sobre el año 1077. Se conoce que éste llegó al Viejo Continente procedente de Constantinopla a inicios del siglo XI, llevado de la mano de Teodora, hija del emperador Bizantino Constantino Ducas. 

Con motivo de la boda de Teodora con Doménico Selvo, ésta lo presentó en Venecia. Por este hecho y muchos más de refinadas maneras orientales, era tachada, por sus contemporáneos, como escandalosa y reprobable. Hasta San Pedro Damián, desde el púlpito, la amonestó por estas extravagancias, llegando a denominarlo “instrumentum diaboli”. 

Finalmente en Francia, llegó a ser popular sobre el siglo XVI gracias a Catalina de Médicis que lo incluyó en la corte francesa durante su boda con el rey Enrique II. De este banquete nupcial se cuenta una anécdota que hace referencia a que Catalina de Médicis no solo utilizó el tenedor para comer, sino para rascarse la espalda. La fama de pretencioso de este utensilio lo desplazó a un segundo plano frente a la costumbre que permaneció hasta el siglo XVIII de comer con las manos. 

En España, su introducción no se conoció hasta el siglo XVIII. No obstante, se tenía noticias desde el siglo XIV de un utensilio parecido, la broca, con tres puntas, a pesar que la primer broca tan solo tenía dos. Ésta servía para sujetar la carne que se debía de cortar o para tomarse ésta. 

A partir del siglo XVIII el uso del tenedor pasó a ser una práctica general en la mesa de Europa. Más tarde, el tenedor fue teniendo gradualmente dos, tres y hasta cuatro dientes. 

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